domingo, 3 de abril de 2016

PATRÓN EURO

Aunque hemos hablado del euro a menudo, un aspecto que nunca hemos mencionado son las similitudes que guarda con un sistema monetario empleado en el pasado: el patrón oro. En efecto, fundamentalmente a través de las consecuencias que tiene para los países que lo integran, el euro es una especie de actualización del patrón oro que rigió el sistema monetario internacional durante buena parte de los siglos XIX y XX.
El patrón oro era un sistema monetario por el que el valor de cada unidad monetaria se fijaba en términos de una determinada cantidad de oro. En este sistema, el banco central se comprometía a canjear los billetes que emitía por la cantidad de oro a la que equivalían. De ahí que los billetes antiguos incluyeran la leyenda “El Banco XXX pagará al portador…”, porque quien tuviera un billete tenía el derecho de acudir al banco central a reclamar la cantidad de oro que representaba ese billete.

El nacimiento del sistema monetario del patrón oro está muy relacionado con el del sistema de reserva fraccionaria del que hablábamos en nuestra última entrada. Como recordaréis, los billetes nacieron como los resguardos que emitían los orfebres para certificar que alguien había depositado una cantidad de oro en sus cajas de seguridad. Pronto, estos resguardos se aceptaron como medio de pago y dieron lugar a los billetes que hoy conocemos.
Cuando los orfebres cayeron en la cuenta de que los dueños del oro nunca acudían a retirarlo al mismo tiempo, comenzaron a prestarlo y a emitir más billetes que el oro que custodiaban. Aunque esto permitió una gran expansión del comercio y de la economía, también trajo una importante inestabilidad. Precisamente para acabar con esta inestabilidad, evitando que se emitiera dinero alegremente sin un respaldo real, se concedió el monopolio de la emisión de moneda a determinados bancos, los bancos centrales, y nació el patrón oro.
Tal y como se pretendía, el patrón oro aportó una gran estabilidad al comercio y al sistema financiero internacional y prácticamente acabó con la inflación. En la medida en que la inflación es un fenómeno monetario, si se impide el crecimiento arbitrario de la cantidad de moneda en circulación se estará eliminando una de las principales causas de la inflación. Este dato es importante, puesto que explica por qué el patrón oro es tan defendido por escuelas que dan una gran importancia al valor de la moneda y la lucha contra la inflación, como la escuela austríaca. Además, las escuelas ultraliberales defienden el patrón oro ya que la posibilidad de que el Estado pueda devaluar arbitrariamente su moneda les parece un atentado intolerable contra la libertad del individuo.
Pero el patrón oro también tenía sus inconvenientes, y la estabilidad que proporcionaba al sistema también se convertía en rigidez. Un relato maravilloso de las turbulencias que supuso la vuelta al patrón oro tras la Primera Guerra Mundial es el que realiza Liaquat Ahamed en Los Señores de las Finanzas, un libro que os recomiendo encarecidamente.

Por supuesto, podríamos escribir libros enteros sobre la historia del patrón oro y su funcionamiento, pero lo que nos interesa para compararlo con el euro es su efecto “disciplinario” sobre las economías. Expliquemos este aspecto con un ejemplo y veamos sus similitudes con la situación actual en la zona euro:
Supongamos la fabricación de máquinas de coser en la Europa de finales del XIX. Si Alemania es más eficiente y fabrica máquinas de coser más baratas que Inglaterra, lo normal en un mercado abierto es que los ingleses comprasen máquinas de coser alemanas con sus libras esterlinas. Como la libra está respaldada por oro, si los ingleses compran a los alemanes, en última instancia están pagándoles con las reservas de oro del Banco de Inglaterra.
Si extendemos el ejemplo de las máquinas de coser a la práctica totalidad de los bienes producidos por una economía, si Alemania es más eficiente que Inglaterra y los ingleses compran los bienes alemanes por ser más baratos, esto acabaría llevando al agotamiento de las reservas de oro británicas. En este contexto, la economía británica tendría que endeudarse en el exterior para sobrevivir, pero esta solución solo sería temporal, hasta que los acreedores cobren conciencia de la situación y dejen de prestar o exijan unos intereses prohibitivos. Por tanto, a largo plazo la única solución para Inglaterra sería aumentar su competitividad para producir más barato que Alemania y conseguir aumentar sus reservas de oro.
La forma ideal de aumentar la competitividad sería mejorar los procesos productivos y la dotación de bienes de capital e infraestructuras, pero hay un método más sencillo e inmediato: recortar salarios, y ese era el método que solía seguirse.
¿Os resulta familiar esta situación? ¿No os recuerda a algo?