lunes, 31 de marzo de 2014

"PEQUEÑO" CATÁLOGO DE AYUDAS A LA BANCA: SI YO FUERA PRESIDENTE.


A raíz de la publicación de la anterior entrada, un compañero profesor de Economía me preguntaba si yo hubiera rescatado a los bancos o no. Esa pregunta me hizo reflexionar y, aunque no lo tenía previsto, dedicaré una entrada para exponer lo que yo habría hecho de estar en el lugar del gobierno.

Aunque a continuación lo explicaré con más detenimiento, a modo de titular comenzaré la entrada resumiendo lo que hubiera hecho: 1) intervenir cajas y bancos inviables, 2) dejarlos quebrar y 3) crear un potente banco público con los cascotes de las entidades quebradas.


1. INTERVENCIÓN DE CAJAS Y BANCOS CON PROBLEMAS.


Mi primera medida no hubiera sido muy distinta a la llevada a cabo por los gobiernos del PP y del PSOE: hubiera dado los pasos necesarios para intervernir las cajas y bancos con graves problemas. Así, habría creado una sociedad pública encargada de gestionar el proceso de reestructuración bancaria, como el FROB (al que ya hemos mencionado en repetidas ocasiones a lo largo de la anterior entrada).

Sin embargo, mientras que la actuación más típica del FROB ha consistido en nacionalizar las entidades para enjugar sus pérdidas y privatizarlas en el menor tiempo posible, mi objetivo hubiera sido intervenir dichas entidades para que quebrasen de la forma más ordenada y menos traumática posible.


2. QUIEBRA ORDENADA DE BANCOS Y CAJAS INVIABLES.

En efecto, en la mayoría de los casos no hubiera rescatado a cajas y bancos. Creo que en la anterior entrada ha quedado suficientemente clara la enorme cantidad de dinero que los españoles hemos pagado por culpa del rescate a la banca. Y sin embargo, tanto este como el anterior gobierno tomaron la decisión de que no quebrase ningún banco (a partir de ahora, utilizaré el término banco para referirme indistintamente a cajas y bancos).

Seguro que habréis oído más de una vez que los bancos son entidades demasiado importantes como para dejarlas caer y que su quiebra tendría consecuencias catastróficas para la economía. Sin embargo, de los bancos rescatados sólo Bankia podría merecer la consideración de entidad sistémica por su tamaño. Y a pesar de ello, el gobierno sostiene que no hay que dejar quebrar a los bancos pues las consecuencias serían terribles. Y lo peor es que no apoyan su afirmación en ningún estudio serio que nos permita valorarla, es tan solo un dogma de fe (por cierto, que esta actitud se viene repitiendo de forma alarmante en los últimos tiempos, como pasó con las supuestas bondades de la privatización de los hospitales madrileños, que nadie se tomó la molestia de demostrarnos con cifras contantes y sonantes).


"Tranqui, tíos. Somos demasiado grandes para caer."
Si estudiamos la labor de los bancos, es cierto que desarrollan una serie de funciones clave para la sociedad, como son la custodia del ahorro de las familias (aunque... ¿se puede afirmar esto en un sistema de reserva fraccionaria como el nuestro?), la concesión de crédito a familias y empresas (aunque no se puede decir que sea una función en la que estén brillando últimamente) y la gestión de los medios de pago en la sociedad (una función cada vez más importante con la generalización de las domiciliaciones, los pagos mediantes transferencias, el uso de tarjetas o la banca electrónica).

Sin embargo, no es menos cierto que los bancos llevan a cabo muchas otras actividades que en absoluto pueden considerarse un servicio público, como son la creación y distribución de derivados y activos financieros (muchos de ellos "tóxicos") y la creación desenfrenada de dinero ficticio (en muchas ocasiones, auténtico dinero basura). Desde este punto de vista, sostener con dinero público la actividad de los bancos se convierte en una forma de apuntalar con el dinero de todos esas actividades tan peligrosas.

Otra razón para dejar quebrar estos bancos, esta de orden moral, serían las escandalosas indemnizaciones millonarias que se otorgaron los directivos que precisamente contribuyeron a hundir estas entidades. Recientemente, la justicia dio la razón a dos exdirectivos de la quebrada Catalunyabanc, que queda obligada a indemnizarlos con 1'2 millones de euros (en la entrada anterior vimos que esta entidad ha recibido más de doce mil millones de euros de ayudas directas del FROB). Sin duda, si la entidad hubiera sido liquidada de forma ordenada hubiera sido mucho más difícil para estos granujas conseguir esas indemnizaciones y no hubiéramos tenido que asistir a un espectáculo tan denigrante. Y no es el de las indemnizaciones un problema menor, como muestra este gráfico (y eso que no hemos hablado del pago de pensiones millonarias):



Una vez tomada la decisión de dejar quebrar a los bancos inviables, hay que estudiar la forma más adecuada de hacerlo. En realidad, ésta no es una cuestión muy complicada si observamos lo sucedido en otros países. Puestos a fijarnos en las experiencias de otros países, qué mejor opción que centrar nuestra mirada en los Estados Unidos: pues bien, sólo entre 2008 y 2011 se liquidaron 428 bancos norteamericanos.

El organismo encargado de llevar a cabo estas liquidaciones ha sido el FDIC (Federal Deposit Insurance Corporation), el fondo de garantía de depósitos norteamericano. En el caso español, su labor podría ser desarrollada por el FGD (el fondo de garantía de depósitos español), aunque lo más adecuado sería asignársela al FROB, puesto que fue creado precisamente para controlar el proceso de reestructuración bancaria.

Siguiendo la actuación llevada a cabo en Estados Unidos por el FDIC, la labor fundamental del FROB sería garantizar los depósitos de los ahorradores hasta el límite protegido por la legislación europea (100.000 € por depósito) y gestionar la venta de los activos y pasivos de los bancos liquidados a otro banco que esté interesado en ellos. Una vez materializada la venta de los depósitos, los ahorradores tendrían sus cuentas automáticamente en el banco comprador, sin necesidad de complicadas operatorias (de hecho, tras los numerosos procesos de fusiones que han tenido lugar en el sistema financiero español, los ahorradores están más que acostumbrados a que sus cuentas cambien de entidad y numeración). En los casos excepcionales en los que no hubo banco interesado en comprar los activos y pasivos de los bancos liquidados, el FDIC se hizo cargo de los mismos de forma transitoria, comunicando a los clientes que tenían un plazo determinado para transferir sus cuentas a otro banco de su elección.

Por supuesto, este proceso tiene un coste: entre 2008 y la primera mitad de 2012 el FDIC soportó un coste de 82.100 millones de dólares por garantizar depósitos y cubrir agujeros de los bancos liquidados, pero teniendo en cuenta que fueron más de cuatrocientos los bancos liquidados y el tipo de cambio euro-dólar, no parece un coste excesivo o inasumible para el Estado, más aún si consideramos el dinero que ya se ha entregado a la banca.

¿Y por qué no se ha hecho esto en España? Muy sencillo, porque el rescate a la banca española ha sido en realidad un rescate a la banca extranjera. Parafraseando a John Maynard Keynes, "si te debo una libra, tengo un problema; pero si te debo un millón, el problema es tuyo", y es que la banca española debe cientos de millones de dólares a la banca alemana y francesa, con las que se endeudó para financiar la burbuja del ladrillo. Si las entidades españolas quebrasen se abriría un agujero muy serio en los balances de los bancos alemanes, algo que ni la Comisión Europea ni el BCE podían permitir (no en vano el BCE actúa como un lobby de la banca europea en general y de la alemana en particular). Para hacernos una idea de las cantidades adeudadas por los bancos españoles a las entidades extranjeras veamos este gráfico:


FUENTE: libro "qué hacemos con los bancos" del colectivo QUÉ HACEMOS.