jueves, 4 de julio de 2013

¿ES PROGRESIVO EL SISTEMA IMPOSITIVO ESPAÑOL?

Recientemente, el expresidente Aznar volvió a criticar a Rajoy por su política tributaria, proponiendo una bajada simultánea del gasto público y de los impuestos. Esto me ha hecho pensar en la visión tan distinta que tenemos diferentes personas acerca del sistema tributario y me ha animado a escribir esta entrada.

Para empezar dejaré una cosa bien clara, aunque no es el tema principal de la entrada: yo no creo que deban bajarse los impuestos. Los impuestos cumplen una función esencial de sostenimiento del gasto público, y mientras los servicios públicos no gocen de la suficiente solidez y calidad no es inteligente hablar de bajarlos indiscriminadamente. Si aspiramos a tener un sistema educativo y sanitario como el de los países nórdicos, es impensable bajar los impuestos (si aspiramos a otro modelo, ahí ya no me meto). Además, bajar los impuestos nos hace más dependientes de la deuda pública, de los mercados financieros y de la prima de riesgo (sobre todo desde la firma del Tratado de Maastricht), y bastantes quebraderos de cabeza nos están dando éstos como para aumentar su poder, ¿no creéis?

Lo que sí creo es que hay que reformular por completo nuestro sistema tributario. POR COM-PLE-TO. Y esto me lleva al tema principal de esta entrada: los impuestos no sólo sirven para obtener ingresos, sino que son un instrumento fundamental para luchar contra la desigualdad y contribuir a la redistribución de la renta.
Hagamos un inciso: ¿es tan importante la igualdad? Pues depende de a quién le hagas esa pregunta. Para mí, sin duda lo es (para los neoliberales está claro que no).
Más allá de cuestiones morales (que son las más importantes), los elevados grados de desigualdad que sufrimos son muy perjudiciales para la economía. En la medida en que el consumo es uno de los motores de la economía, un mayor reparto de la riqueza permitirá un crecimiento más sostenible y equilibrado del consumo y la supervivencia de muchas más empresas.
Con los impuestos se puede contribuir a la igualdad y la redistribución de la renta a través de un instrumento fundamental: la progresividad. Un impuesto es progresivo cuando, a medida que aumenta la renta o la riqueza del contribuyente, el tipo impositivo que se le aplica es mayor. Es decir, en los impuestos progresivos, quien más tiene paga proporcionalmente más. Para valorar la justicia y equidad de un sistema impositivo, por tanto, basta con estudiar su grado de progresividad, y esto es lo que vamos a hacer a grandes rasgos con el sistema tributario español.

Para ello, me basaré en la información que ya aporté en una entrada anterior sobre la recaudación fiscal española en 2012. En dicha entrada se mostraba el tanto por ciento de la recaudación que suponían los distintos impuestos:
 
Para no eternizar la entrada, nos centraremos en los tres impuestos más importantes del sistema tributario español, el IRPF, el IVA y el IS. De ellos, sólo el IRPF es progresivo (aunque es el más importante, eso sí); sin embargo, como veremos a continuación, la progresividad de este impuesto y de todo el sistema tributario español queda en entredicho por un importante factor de distorsión: las bonificaciones, deducciones y desgravaciones que trufan el sistema y lo convierten en un entramado complejísimo e injusto.