jueves, 30 de mayo de 2013

ACERCANDO LA ECONOMÍA: ALEIX SALÓ


Uno de los pocos géneros del sector editorial que aumentó sus ventas cuando comenzó la crisis fue el de los libros de Economía, especialmente los libros divulgativos que intentan acercar al ciudadano de a pie las realidades que se ocultan tras el funcionamiento de la economía. En un contexto como el actual, es normal que la gente quiera saber por qué hemos llegado a esta situación. En esta labor, destaca muy especialmente el nombre de Aleix Saló.

Aleix Saló no es un destacado economista ganador del premio Nobel, ni un extrabajador del sector bancario, ni un profesor universitario con años de experiencia en el mundo de la docencia. Es un joven historietista (es joven, muy joven, nació en 1983) que abandonó sus estudios de arquitectura para dedicarse a lo que más le apasionaba, la historieta, y se labró un pequeño hueco en el mundillo trabajando para la revista El Jueves en 2008.

El éxito le llegó en mayo de 2011, cuando elaboró un cortometraje de animación para promocionar en internet su segundo libro, Españistán (Este País se Va a la Mierda). El vídeo fue un auténtico éxito en internet y lo catapultó a la fama, de forma que la editorial Random House Mondadori se interesó por el autor, del que ya ha publicado otros dos libros: Simiocracia y Europesadilla. En ambos libros, Saló repitió la experiencia de realizar un cortometraje animado para promocionarlos, vídeos que también se convirtieron en fenómenos virales en internet y sirvieron para difundir aún más su trabajo.

Quizás el éxito de Aleix Saló está en no ser un experto, sino un historietista y humorista ágil y lúcido, con un talento muy especial para la sátira más ácida. En cada uno de sus libros o cortometrajes, su capacidad para argumentar, sintetizar y relacionar unos temas con otros queda sobradamente de manifiesto.

En mis últimos años de profesión, siempre he dedicado alguna clase a proyectar los vídeos de Aleix Saló y a entablar conversaciones con los alumnos acerca de lo que les inspira. Me ha parecido muy útil dedicar una entrada del blog a recopilar los vídeos realizados por el autor sobre la crisis (de momento tres, espero que sean muchos más).








Para terminar el post, nada mejor que unas palabras del propio Aleix Saló escritas con ocasión de la publicación de Españistán, aunque igualmente aplicables a cualquiera de ellas:
Saludos. Mi nombre es Aleix Saló. Nací el año 1983 en Ripollet y bla, bla, bla, hasta hoy.
La obra que os presento es producto de mi interés por realizar un relato sobre la realidad vivida en este país los últimos diez años. Una década, a mi entender, que dejará para la posteridad una de las crónicas más completas jamás relatadas sobre mezquindades y bajezas humanas de nuestra historia reciente. Lo que empezó siendo, a principios de los años 2000, el inicio de una prometedora época de bonanzas económicas y libertades sociales ha acabado por mostrarse ante nuestros ojos como un monumental engaño. Un engaño, a la postre, tan burdo como el timo de la estampita.
Analizándolo ahora con cierta prespectiva, podemos apreciar como, mientras la clase media nos recreabamos en el hedonismo low-cost, la élite en el poder se afanaba en afianzar su dominio sobre nuestras vidas, hasta consolidar una suerte de neo-feudalismo disfrazado de capitalismo meritocrático. Porque, no sé si os habréis percatado, pero si vivieramos en un capitalismo real la mayor parte del lobby empresarial y financiero estaría ahora pidiendo limosna en las esquinas (cuando no entre rejas) por culpa de su ineptitud a la hora de gestionar sus negocios. Y si eso no ha sucedido es porque han recurrido a todas las posibles trampas y atajos a que han tenido acceso, con la inestimable ayuda de una clase política mediocre y untada hasta las cejas. Lo peor de todo es que tales trampas (evasión de impuestos, condonaciones de deudas millonarias, sobornos, cohecho…) son perpetradas con tal indisimulo que nos harían enrojecer si no fuera porque ya forman parte del ADN de este país.
Superada la década, y ya en pleno año 2011, lo único que le ha quedado al ciudadano de base es una larga lista de recortes sociales y penurias económicas. La brecha entre ricos y pobres ya no es una brecha, es un abismo. Ya no hay clase media, solo mileuristas. Y por no poder, ya ni siquiera podemos recurrir a la cultura del esfuerzo para progresar, pues ésta ya no es válida en una sociedad que premia el trilerismo por encima de todo.
PD: aquí tenéis un artículo escrito por Aleix Saló en el que responde a algunas críticas que recibió tras la publicación de Españistán. Muy interesante.

PD: y aquí, la web de Aleix Saló.

domingo, 26 de mayo de 2013

ESTÍMULO ECONÓMICO, NO SE TRATA DE GASTAR POR GASTAR...



Como ya sabemos, Europa se ahoga en una espiral de austeridad impulsada por Alemania. A grandes rasgos, aunque siempre es discutible simplificar, la gran disyuntiva en materia de política económica se establece entre los partidarios de la austeridad y los partidarios del estímulo económico:

  • Los partidarios de la austeridad defienden un máximo rigor de las cuentas públicas y afirman que la flexibilización y liberalización de los distintos sectores de la economía (finanzas, mercado de trabajo, prácticas mercantiles, etc.) liberarán un nuevo potencial de crecimiento económico.
  • Los partidarios del estímulo creemos que llevar a cabo políticas de recortes en plena recesión sólo sirve para ahondar en la crisis y crear paro y pobreza. Además, consideramos que esta política puede ser muy contraproducente en la lucha contra el déficit, ya que al mismo tiempo que recorta los gastos también reduce los futuros ingresos.

En todo caso, no debe confundirse ser partidario del estímulo económico con defender el despilfarro. De hecho, desde mi punto de vista, si se lleva a cabo un estímulo adecuado a la vez que se eliminan gastos superfluos y elementos de derroche, es casi seguro que se reducirá el déficit a medio y largo plazo.


Por otro lado, casos concretos de estímulos mal diseñados y/o enfocados han dado alas a los partidarios de la austeridad para defender sus puntos de vista y afirmar que las políticas de gasto no funcionan. Por ejemplo, así pasó con el primer estímulo llevado a cabo por Barack Obama en 2009 o con el Plan E aprobado por Zapatero también en 2009 (en concreto, el Plan E me parece un ejemplo paradigmático de cómo no debe enfocarse un estímulo económico).

Por eso, dedicará la siguiente entrada a describir los requisitos que a mi juicio debe reunir un estímulo para ser útil. Para ello, me basaré en el análisis realizado por el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz en el libro "Caída Libre. El Libre Mercado y el Hundimiento de la Economía Mundial", aunque lo haré libremente (es decir, obviaré algunos de los requisitos, refundiré otros y añadiré alguno de mi propia cosecha).


Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001.

La idea básica con la que Stiglitz comienza su análisis es que las crisis no destruyen los activos de una economía. Las empresas cierran sus puertas o reducen plantillas, y muchísimas personas pierden su puesto de trabajo, pero los activos reales y los factores productivos de los que dispone la economía siguen siendo básicamente los mismos, especialmente en lo que concierne al capital humano, físico y natural.

Lo que ocurre en una crisis es que se erosiona la confianza, se debilita la seguridad y se desgasta el tejido institucional de la sociedad (es decir, el entramado de empresas, instituciones públicas, familias, etc.). Lo normal es que en los momentos previos al estallido de la crisis se hayan derrochado los recursos (como ocurrió en España, donde una masiva cantidad de terrenos, de capital y de trabajadores se dedicaron al sector de la construcción en vez de otros sectores más productivos y/o sostenibles a largo plazo).

Habitualmente, el estallido de la crisis es el momento en que se producen las mayores pérdidas de riqueza y empleo, ya que el mercado no consigue asignar eficaz y plenamente los recursos y el desempleo sube vertiginosamente. Este es el momento en el que, si se consiguen aplicar las políticas adecuadas, se puede subsanar este fallo del mercado. Por el contrario, si no se llevan a cabo las políticas adecuadas en el momento apropiado se agravarán y prolongarán las consecuencias de la crisis.

Teniendo todo esto en cuenta, un programa de estímulo ha de reunir los siguientes requisitos:

  1. Ha de ser eficaz (ha de tener un elevado multiplicador).
  2. Ha de ser rápido y afrontar las exigencias a corto plazo creadas por la crisis.
  3. Debería centrarse en la inversión y en los problemas del país a largo plazo.
  4. Ha de poder financiarse.

martes, 14 de mayo de 2013

DESAHUCIOS, UNA TRAGEDIA "MADE IN SPAIN".

La sentencia emitida el 14 de marzo de 2013 por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha destapado ante el mundo las vergüenzas del sistema hipotecario español.

  • Por un lado, la sentencia establece que muchos aspectos de la ley española por la que cientos de miles de personas han sido desalojadas de sus casas durante los últimos años no son compatibles con la directiva europea de protección de los consumidores aprobada por la Comisión Europea en 1993.
  • Por otro lado, el Tribunal fija una serie de principios sobre cómo deben interpretar los jueces españoles que una cláusula es abusiva. A partir de ahora, los jueces podrían suspender cautelarmente el proceso de ejecución e impedir desalojos si perciben la existencia de cláusulas abusivas, y los bancos tendrán que cambiar buena parte de las condiciones que incorporan a sus contratos de préstamo hipotecario.

Como ha dejado de manifiesto la sentencia del Tribunal, en ningún otro país occidental están los ciudadanos tan desprotegidos frente a los bancos cuando firman una hipoteca. Hasta ahora, PP y PSOE habían hecho oídos sordos a esta situación alegando que cambiar las reglas del juego supondría un golpe brutal para la estabilidad del sistema financiero.

Ahora que está en la oposición, el PSOE reclama medidas a favor de las víctimas de los desahucios, pero cuando estuvo en el poder no movió un dedo por ellas. Cuando la acumulación de suicidios desató la alarma social, el gobierno de Mariano Rajoy aprobó unas medidas para proteger a las víctimas, pero las condiciones para acogerse a ellas eran tan restrictivas que casi nadie pudo beneficiarse de ellas. Hace poco, forzado por la presión social y gracias al incansable trabajo de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), el PP aceptó la tramitación parlamentaria de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que proponía la dación en pago. 


Pero, ¿es realmente tan duro con los ciudadanos el modelo hipotecario español? Pues lo cierto es que sí, sobre todo si lo comparamos con los países de nuestro entorno (algo que resulta comprensible si tenemos en cuenta que la ley hipotecaria española data... ¡de 1881!). Para establecer dicha comparación nos centraremos en los tres momentos cruciales del proceso de desahucio: 

  1. La firma de la hipoteca.
  2. El comienzo de los impagos y del proceso de desahucio.
  3. El día después del desahucio.

1. FIRMA DE LA HIPOTECA.

En el momento álgido de la burbuja inmobiliaria, en España era normal firmar hipotecas por el 100% de la vivienda con plazos de amortización de 30, 40... ¡o hasta 50 años! Teniendo en cuenta que los bancos organizan el pago de los préstamos de forma que los primeros años sólo se pagan intereses y la mayor parte de la devolución del principal se produce los últimos años, esto significa que los prestatarios españoles mantenían intactas sus inmensas deudas tras muchos años de ir pagando sus hipotecas.

Si a esto unimos unos intereses de demora estratosféricos (denunciados por el Tribunal de Justicia de la UE), podemos afirmar que en la mayoría de los países europeos no se habrían firmado muchas de las hipotecas que se contrataron en España. Por ejemplo, ninguna hipoteca alemana puede cubrir el 100% del valor de la vivienda, sino que se exige un depósito mínimo del 30%, y se examina a fondo la viabilidad de la operación.



2. COMIENZO DE LOS IMPAGOS Y DEL PROCESO DE DESAHUCIO.

jueves, 9 de mayo de 2013

FUGA DE CAPITALES LOW COST (o cómo salvar mis ahorros si soy pobre)

Por si no lo habíais notado, estamos en crisis. Perdón, me he equivocado... lo que quería decir es que estamos en CRISIS. Según muchos especialistas, la peor desde la Gran Depresión de los años treinta, y lo cierto es que en muchos aspectos es incluso peor (por ejemplo, la cifra de paro en Estados Unidos en el punto álgido de la Depresión estaba en torno al 23%, mientras que en España nos encaminamos alegremente al 30%).

En esta situación, es lógico que la gente esté asustada. Posibilidades hasta hace poco impensables como la salida del euro, la quiebra de un banco importante o un corralito ya no son tan inverosímiles (qué demonios, ¿acaso no acaba de haber un corralito en la Unión Europea?). Al ser profesor de economía, es normal que muchos amigos y compañeros me pregunten sobre cómo salvaguardar sus ahorros, aunque por desgracia no es mucho lo que les puedo decir (como les digo a mis alumnos, estudiar Economía no me sirvió para hacerme rico, sino para saber por qué soy pobre).



Hay amigos y familiares de afectador por las preferentes que me han preguntado qué pueden hacer en su situación. En este caso, bien poco les puedo aconsejar. Si el afectado firmó un contrato y no es prácticamente analfabeto lo tienen bien cogido. Lo único que les puedo decir es que busquen una asociación de afectados y que se unan a ella para buscar apoyo, asesoramiento, emprender acciones conjuntas, etc.

Otra pregunta muy recurrente es cómo proteger nuestros ahorros de la quiebra de un banco. En principio, los depósitos y cuentas corrientes de los ahorradores están garantizados hasta los 100.000 € por el Fondo de Garantía de Depósitos, pero yo no confiaría mucho en él. Al cierre de 2011 ya estaba en números rojos al haberse dedicado a la recapitalización del sistema financiero. Si ocurre lo peor y cae una entidad como Bankia, lo cierto es que no habría dinero suficiente para compensar a todos sus depositantes.

Otra gran preocupación es que se produzca un corralito o una salida del euro. Lo primero que debo decir es que, en mi opinión, el caso español no es como el chipriota: aquí, la salida del euro y el corralito vendrían cogidos de la mano. El problema de Chipre se debía a un sector bancario sobredimensionado debido a que el país era un paraíso fiscal. En España, el corralito vendría como consecuencia de la salida del euro.

No voy a explicar cómo sería la salida del euro. Para eso, os recomiendo que leáis esta magnífica entrada del blog Principia Marsupia, donde se explica con sencillez y claridad. Lo que sí diré es que una salida del euro y el regreso de la peseta supondría su devaluación inmediata (tanto para ganar competitividad como por la propia dinámica de los mercados de divisas). En la práctica, los ahorradores perderían de un plumazo la mitad de su dinero (se dice que la peseta se podría devaluar un 50%, aunque hay opiniones más optimistas, como la del banco de inversión Nimura, que fija esta devaluación "sólo" en el 35%).

Lógicamente, el temor a que esto ocurriera provocaría una inmediata fuga de capitales, y para evitarla se implantaría un corralito, una medida por la cual se limita la cantidad de dinero que se puede sacar al mes o a la semana de cada cuenta bancaria.


Los ricos ya se han dado cuenta de que la cosa pinta mal y como ratas que abandonan el barco llevan un tiempo sacando su dinero de España. En efecto, sólo en 2012 salieron de España más de 179.000 millones de euros. Esta masiva fuga de capitales se ha dirigido hacia tres países fundamentalmente: Estados Unidos, Reino Unido y Suiza. Tres países fuera de la eurozona y a salvo de cualquier pacto intracomunitario que pueda poner en peligro sus ahorros.

Pero... ¿y qué pasa con los pobres? ¿Hay alguna manera de que puedan proteger sus ahorros? Examinemos las posibles alternativas que tienen a su disposición:


1. SACAR EL DINERO DEL BANCO (fácil pero arriesgado)

Es quizás la opción más obvia. Si no queremos arriesgarnos a que nuestro banco quiebre, a que bloqueen nuestras cuentas o incluso a que nos quiten nuestro dinero (como amagaron con hacer en Chipre), lo más fácil es sacar el dinero del banco. Además, la animadversión generalizada hacia los bancos ha hecho que mucha gente se plantee esta opción al margen de corralitos, devaluaciones y demás catástrofes. Incluso han aparecido en el mercado productos de lo más llamativo, como cajas de seguridad incrustadas en colchones.
Vayamos a los inconvenientes. Por supuesto, si el gobierno pone en marcha un corralito lo hará sin avisar, así que si queréis retirar el dinero del banco tendréis que empezar con tiempo. Además, los bancos ponen pegas a las retiradas masivas de dinero y exigen que se avise con varios días de antelación. Por motivos de seguridad, con una tarjeta se puede sacar un máximo de 600 € al día (es decir, que necesitaríais diez días para retirar 6.000 €).

Evidentemente, siempre habrá que dejar algo de dinero en el banco para hace frente a los recibos y domiciliaciones, e incluso puede ser que el gobierno limite las operaciones con efectivo, lo que os podría hacer pasar auténticas penurias (en el caso de salida del euro, el Banco de España estamparía un sellito a los euros que circulasen de forma transitoria hasta la vuelta física de la peseta, por lo que puede ser que los euros que hayáis acumulado no tengan salida hasta después de mucho tiempo). Por supuesto, perderíais los intereses que ahora mismo estéis cobrando y vuestro dinero iría perdiendo valor por culpa de la inflación, aunque con los intereses que se pagan ahora mismo eso no deja de ser un mal menor.

Desde luego, el mayor inconveniente es el riesgo de perder el dinero o que te lo roben. En este sentido, hay que ser especialmente cuidadoso, muy discreto y, sobre todo, buscar un buen escondite (y no seáis cutres, que el calcetín, el colchón o la baldosa están muy vistos). Y claro está, siempre cabe la posibilidad de que al final no pase nada, ni quiebra bancaria, ni salida del euro, ni corralito ni nada de nada, por lo que habríamos corrido todos estos riesgos de forma innecesaria.


2. INVERTIR EN ORO O EN MATERIAS PRIMAS (fácil pero arriesgado).